viernes, 13 de febrero de 2015

DISCIPLINA

Disciplinar significa enseñar (la palabra disciplina viene de discípulo, estudiante, el que aprende) Es preparar a nuestros hijos para la vida, no controlar la vida de nuestros niños

                             
Papeles de los Padres:
  • Maestro (te enseño lo que sé)
  • Testigo (estoy aquí)
  • Espejo (te veo, te escucho)
  • Guía (te muestro un camino)
  • Entrenador (te preparo para que estés listo)
Estilos Disciplinarios:
  • Sargento-pared de ladrillo (controlador, rígido, duro, no hay diálogo, el niño sólo sigue órdenes)
  • Helicóptero de rescate-gelatina (sin límites o consecuencias, el niño no aprende a seguir reglas)
  • Consultor-espina dorsal (reglas y consecuencias razonables y flexibles, el niño aprende a pensar)
Lecciones a Enseñar:
  • Tomar decisiones
  • Resolver problemas
  • Cuidado personal
  • Dominio propio
  • Manejo del estrés
  • Manejo de la ira
  • Pedir ayuda
Ideas a Recordar:
  • Enfatizar lo positivo
  • Dar a escoger entre opciones aceptables
  • Estimular para mejorar, no para que sean perfectos
  • Evitar el comparar a nuestros hijos con otros
  • Reconocer y aplaudir el esfuerzo, no sólo el resultado
  • Los errores no son fracasos, pero su costo aumenta con el pasar del tiempo
  • Al señalar con el dedo, el índice apunta hacia el otro, pero tres dedos apuntan a uno mismo

La Ciencia de la Disciplina

Marisol Muñoz-Kiehne, Ph.D.
La Disciplina es una ciencia: A conciencia, con paciencia y consistencia
A Conciencia:
  • Pensar antes de actuar
  • Enseñar con nuestro ejemplo
  • Modelar actitudes y comportamientos (practicar lo que predicamos)
  • Descubrir qué necesidades está comunicando el joven con su comportamiento
  • Escoger las batallas a enfrentar
Con Paciencia:
  • Responder, no reaccionar
  • Ejercer autoridad sin violencia
  • Aprender a ignorar lo no importante
  • Manejar nuestra ira y frustración apropiadamente
  • Evitar conductas humillantes o abusivas
Y Consistencia:
  • Establecer normas específicas y razonables
  • Dar consecuencias naturales o lógicas

Cómo Disciplinar a los Niños con Amor y Límites

Por Marisol Muñoz-Kiehne, Ph.D y RonaRenner, RN
Cuando los padres de familia hablan sobre disciplinar a sus niños, a menudo se refieren a castigarlos. A lo que nos referimos aquí al hablar de disciplina es a enseñar a los niños lo correcto de lo incorrecto, de una manera respetuosa y efectiva. El método a utilizar dependerá de su propia experiencia y de la edad y conducta de sus niños. Los niños aprenderán a manejar sus emociones y resolver sus conflictos observándole a usted, así que mantenga la calma, y piense en lo que necesitan sus niños.





He aquí unas guías disciplinarias:


Establezca normas y expectativas claras. Comunique claramente lo que quiere decir, y no diga lo que no esté dispuesto a cumplir. Si es hora de irse del parque, no amenace a los niños a dejarlos allí. Anuncie la hora de partida con 5 minutos por anticipado, y llévese a los niños a la hora indicada, aún si se quejan.
Demuestre que acepta las emociones y los deseos de sus niños. “Veo que estás triste por no poder ir a la escuela con tu hermano. Pensemos en lo que haremos cuando regrese a casa.”
Implemente consecuencias razonables por el mal comportamiento, y reconocimiento por el buen comportamiento de sus niños. Cuando su hijo moleste a su hermanita, retírelo a otra habitación por un tiempo determinado. Cuando la trate bien, déjele saber lo mucho que aprecia esta conducta.
No espere más de sus niños de lo que ellos son capaces de hacer. En lugar de enojarse con sus pequeños por estar inquietos en la tienda, pídales que le ayuden a seleccionar las frutas y las verduras, y a contarlas. Las salidas a hacer mandados deben ser breves.
Presente un frente unido con su pareja y otros encargados de sus niños. Si le permite a sus niños una hora de ver TV diaria, asegúrese de que los demás adultos implementen esta norma. Si sus niños tienen berrinches a la hora de apagar la TV, considere eliminar el privilegio de ver TV el día siguiente.
No implemente consecuencias negativas cuando esté enojado. Si sus adolescentes le hablan groseramente y usted empieza a enojarse, cálmese antes de decidir qué consecuencia impartirá. Enojado puede reaccionar exageradamente.
Si el mal comportamiento de sus niños aumenta, escuche, observe, y reflexione sobre lo que puede estar sucediendo. A veces la conducta de los niños es una manifestación de estrés, temor, u otras emociones. Comparta tiempos divertidos con sus niños, y provéales de un entorno seguro con rutinas, amor, y límites.


                            
El Acoso Infantil

Por Marisol Muñoz-Kiehne, PhD
¿Qué es el acoso entre los niños?


Acoso es cuando un niño o grupo de niños trata deliberadamente de controlar a otros, sea verbal, emocional, o físicamente. Se manifiesta mediante amenazas o agresión física, la exclusión de juegos y actividades, las burlas, y los insultos por apariencia física o raza. El acoso entre niñas tiende a ser verbal, con palabras que lastiman, mientras que los varones demuestran más acoso físico (empujones, golpes).


¿Cuál es la diferencia entre los conflictos y el acoso?
En un conflicto, los niños compiten intentando “ganar,” y las emociones de ambas partes lucen alteradas. En situaciones de acoso, el intimidador parece sentirse calmado y en control, mientras que la víctima muestra angustia o temor.


¿Cuál es la diferencia entre el juego agresivo y el acoso?


Algunos niños juegan de maneras bruscas o toscas que pueden intimidar o lastimar a otros niños sin ser ésta su intención. Muchas veces están copiando lo que han visto a su alrededor o en la televisión, ¡hasta en algunas caricaturas!

Dado el pensamiento egocéntrico de los niños pequeños, a menudo no se percatan de cómo impacta su conducta a los demás. El juego agresivo se considera intimidación cuando, a propósito, el niño domina o controla a otros, sea verbal, emocional, o físicamente.

Los niños que juegan de maneras agresivas pueden desarrollar una reputación negativa. Es importante enseñar a los niños que tienden a ser agresivos al jugar a jugar de maneras activas que no lastiman los cuerpos ni los sentimientos de los otros niños.

¿Qué tan común es?

Lamentablemente, el acoso es bastante frecuente: cientos de miles de niños son hostigados cada día. El acoso es la forma más común de violencia en nuestra sociedad. Aunque se manifieste a menudo y a través de los diversos grupos sociales y económicos, la intimidación no es una parte normal de la niñez.





¿Qué causa el acoso entre los niños?

Los niños que acosan muchas veces desean que se les vea y reconozca. Buscando atención, hostigan a otros para sentirse más poderosos y fuertes. A veces los niños intimidan cuando sienten celos o envidia, o por haber sido víctimas o testigos de maltrato. Los niños aprenden de los adultos si el acoso es aceptable o no, por lo que tiende a propagarse en entornos con poca supervisión y disciplina inconsistente.


¿Qué consecuencias sufren las víctimas de acoso en la niñez?

El acoso acarrea consecuencias negativas, a las víctimas, a quienes intimidan, y a los testigos. De hecho, puede impactar el clima de la guardería, la escuela o el vecindario, causando que los niños se sientan seguros donde viven o donde van a aprender. El acoso ocasiona consecuencias a corto y a largo plazo para la víctima, tales como: que se sientan indefensos, asustados, o avergonzados, que desarrollen ansiedades o depresión precipitadas por el estrés, o que actúen destructivamente hacia sí mismos o de maneras agresivas hacia los demás.

¿Qué consecuencias sufren los niños que acosan?

Sin los adultos no intervienen, algunas consecuencias que enfrentan los niños que intimidan son: ser rechazados por sus compañeros, limitarse el progreso de su aprendizaje y de sus destrezas sociales, y que aumente su agresividad.

¿Qué consecuencias sufren los niños que presencian el acoso?

Los testigos de la intimidación pueden sentirse inseguros, ansiosos y temerosos de que también serán acosados. Pueden sentirse confundidos, sin saber cómo reaccionar. Pueden sentirse culpables por no poder parar la intimidación. Los testigos el hostigamiento deben ser alentados a reportar todo acto de intimidación.

¿Cuándo debemos intervenir los adultos?

No hay por qué esperar; la agresión es un asunto serio, meritorio de atención e intervención temprana con la participación de los involucrados en la crianza del niño en la guardería y en el hogar. Por el bien del niño agresivo, y de los otros niños presentes, los adultos deben hacer lo posible para entender por qué lo hace, y para que cese la agresión.

Aunque algunos niños tienen temperamentos más dominantes que otros, el acoso es una conducta aprendida. Mientras más se tolera la conducta intimidante, más difícil es eliminarla. Los niños desarrollan reputación de intimidadores desde los años preescolares. El enseñarles maneras de relacionarse sin intimidar o agredir es una responsabilidad compartida entre los adultos importantes en su vida.


¿Deben hablar los padres de los acosados y los agresores?

Depende de las circunstancias y de cómo se hace el acercamiento. Los padres pueden conversar entre sí con una tercera persona, tal como una maestra como intermediaria. De cualquier manera, es importante que los niños se sientan cómodos contándole a sus padres si están siendo intimidados.


¿Debemos alentar a los niños a defenderse?

Es importante que los niños aprendan a protegerse, y a procurar ayuda cuando la necesiten. Debemos alentarles y enseñarles a hacerse afirmativos y auto-suficientes. Los niños deben conocer y defender sus derechos, saber resistir, decir "No," y retirarse de situaciones peligrosas. Ante el acoso o provocación, deben aprender a responder de manera afirmativa, ni pasiva, ni agresiva.


¿Cómo prevenir el acoso entre niños?
  • Supervisar a los niños en todo momento.
  • Asegurarse de que sientan que son importantes y que valoramos su presencia.
  • Servir de buen ejemplo demostrando empatía, respeto y compañerismo en nuestras relaciones.
  • Elogiar los niños cuando muestran conductas amables, compasivas, y justas.
  • Establecer normas y límites claros para las conductas aceptables.
  • Implementar un sistema disciplinario razonable y consistente.
  • Hacer cumplir consecuencias apropiadas para las conductas intimidantes.
  • Cultivar la inteligencia emocional de los niños (identificar y expresar sentimientos sanamente).
  • Enseñarles maneras de resolver conflictos y de manejar su enojo y frustración.
  • Evitar exponerlos a personas, lugares, y situaciones que demuestran maltrato, intimidación, u otras formas de violencia.
¿Cómo prevenir el acoso entre hermanos?
  • Los conflictos entre hermanos son inevitables y hasta pueden ser beneficiosos, pero la intimidación debe evitarse, ya que es perjudicial para todos.
  • La prevención de la intimidación toma tiempo y atención, pues consiste en ayudar al que intimida a conseguir lo que quiere de maneras aceptables, y ayudar al intimidado a responder de maneras no pasivas ni agresivas, sino afirmativas.
  • Mediante nuestro ejemplo, los padres podemos enseñarle a los niños a expresar lo que sienten y lo que quieren respetando los sentimientos y deseos de los demás.
  • Propiciar en el hogar un ambiente seguro en el que se practica y recompensa el trato amable.
  • Hacer todo lo posible por que todos los hijos se sientan importantes y queridos, afirmando la personalidad y talentos de cada cual.
  • Enseñar, estimular, reconocer, y premiar los comportamientos cooperativos, solidarios, y respetuosos.
  • Enseñarle a los niños a compartir y a jugar con compañerismo.
  • Establecer reglas específicas de convivencia en el hogar- ponerlas por escrito como recordatorio.
  • Sugerirle a los niños posibles maneras de negociar y llegar a acuerdos justos.
  • Evitar la intimidación, inclusive el uso del sarcasmo, la burla y la coerción al disciplinar a los niños.
  • Evitar el favoritismo y el comparar a los hermanitos, pues acentúa la competencia entre ellos.
  • Educar a los niños para que reconozcan situaciones de intimidación y respondan a ellas directamente o pidiendo ayuda.
¿Cómo motivar la conducta afirmativa en vez de la agresiva?
  • Enseñarles destrezas sociales para conducirse de manera afirmativa (no pasiva, ni agresiva).
  • Usar muñecos o marionetas para simular situaciones intimidantes y practicar respuestas apropiadas.
  • Practicar decir “No” y “Para” de manera clara y firme.
  • Practicar hablar con mensajes que comienzan con “Yo:” (Yo me siento… Yo quiero… Yo voy a…).
  • Practicar buenos modales (Por favor, Gracias, Lo siento).
  • Practicar el ignorar o retirarse ante conductas intimidantes.
  • Practicar destrezas del manejo del estrés y del enojo (contar, cantar, respirar).
  • Practicar destrezas de resolución de conflictos (tomar turnos, compartir, negociar).
  • Enseñarles a buscar ayuda cuando la necesiten.
¿Cómo ayudar a las víctimas del acoso?
  • Propiciar un ambiente de confianza en el cual se nos acerquen para contarnos sobre cualquier conflicto.
  • Consolarles y comunicarles que no vamos a tolerar ninguna agresión.
  • Usar juegos o dramatización para representar los incidentes sospechosos.
  • Enseñarles a hacer valer sus derechos.
  • Practicar respuestas positivas y humorísticas ante situaciones intimidantes.
  • Alentarles a desarrollar amistades y mejores relaciones con sus compañeros.
¿Importa el ejemplo de los adultos?


¡Es esencial sentar un buen ejemplo, y no "predicar la moral en calzoncillos"! Los niños observan, escuchan, e imitan lo que hacen los adultos. Los adultos sirven de modelo a los niños de cómo expresar emociones, relacionarse con otros, y resolver conflictos.

Podemos utilizar las tareas cotidianas (programas de TV, paseos) para conversar sobre los beneficios de las conductas amables, y lo perjudicial de las conductas agresivas. Debemos mostrarles cómo respetar y tolerar personas con ideas diferentes a las nuestras. Tenemos que enseñarles a resolver conflictos sin violencia.


Como bien lo dijo Octavio Paz, "Entre los individuos como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz."


Comprendiendo y Manejando el Temperamento y Personalidad de Nuestros Niños
Por Marisol Muñoz-Kiehne, PhD

“Cada loco con su tema, para los gustos se hicieron los colores, cada cabeza es un mundo, pues todos somos distintos, como los dedos de la mano.”


Lupe: Comadre, no sé qué tiene, o qué le pasa a Lupita, es tan tranquila y callada, y se espanta de todo lo que no conoce. Su hermano Luisito no se está quieto ni deja de hablar, y busca amistad con cualquier desconocido…


Marta: Yo creo que no debes compararlos. Lupita siempre ha sido reservada y cuidadosa; es parte de su personalidad y no le haría bien obligarla a ser quien no es. Yo de niña odiaba que me compararan con mi hermana o mis primos.


Lupe: Tienes razón, pero me preocupa cómo le irá cuando empiece la escuela… ¿Crees que la debo llevar con un especialista?


Marta: Yo diría que Lupita es más callada y tranquila que su hermano o tú, pero me luce que es una niña sanita y feliz. Para asegurarte, ¿qué tal si le hablas a su pediatra a ver qué dice?

Lupe: Buena idea, tal vez quien necesite la consulta soy yo, para aprender a entender a mi niña.


Tanto los niños como los adultos tenemos distintos temperamentos, y es provechoso aprender a sacarle partido a cada personalidad. Nuestros niños vienen a este mundo con un estilo propio particular. El temperamento es la manera natural con que los seres humanos interactuamos con el entorno, es nuestra forma de ser y de desenvolvernos. El temperamento de cada cual es innato, probablemente heredado, e incluye la habilidad para adaptarnos, el estado de ánimo, la intensidad, el nivel de actividad, y la regularidad.


Para conocer el temperamento de nuestros niños, observémoslos, escuchémoslos, y notemos sus tendencias a la hora de comer, dormir, y enfrentar personas y situaciones nuevas. Las personas somos más o menos regulares o irregulares en cuanto al hambre y al sueño, más o menos tranquilos o activos, más o menos calmados o irritables, más o menos cautelosos o arriesgados, más o menos solitarios o sociales, más o menos flexibles o rígidos al encarar novedad y cambios.



El temperamento es una de las bases del comportamiento infantil. Por ejemplo, al ver un animal grande, un pequeño puede espantarse, llorar y esconderse. Otro puede mostrar interés, pero actuar con cautela. Y otro tal vez trate de jugar con el animal de inmediato, sin temor alguno.

El temperamento de muchos niños puede describirse como flexible, adaptable y relajado, mientras que otros de temperamento intenso y reactivo requieren mucha atención. Existe una gran variedad de lo que se considera normal. No importa la personalidad de nuestros niños, debemos identificar y respetar su temperamento, y aceptar a cada uno tal cual es, para apoyar su crecimiento, su confianza en sí mismo y sus habilidades y talentos.

Para sacarle partido a cada personalidad, conozcamos el temperamento de nuestros niños y el nuestro, para así promover el bienestar de cada niño, y la armonía familiar.

Recomendaciones:

1. Observemos atentamente a cada uno de nuestros niños según crece, para conocerle mejor y descubrir sus inclinaciones y tendencias, intereses y preferencias.

2. Respetemos y hagamos respetar la personalidad natural de cada uno de nuestros niños.

3. Recordemos que no existen temperamentos superiores o inferiores, mas sí hay mejores o peores maneras de manejarlos.

4. Evitemos imponernos injustamente cuando nuestro propio temperamento es diferente al de nuestros niños.

5. Seamos particularmente pacientes y alentadores con nuestros niños reservados y tímidos.

6. Seamos especialmente claros y cuidadosos con nuestros niños osados y atrevidos.

7. Recordemos que para todo temperamento aplican las 4 “C” de la crianza: calma, caricias, conciencia, y consistencia.

8. No olvidemos que, sea como sea el temperamento de nuestros niños, cada uno necesita las 4 “A”: apreciación, atención, apoyo y amor.

9. Procuremos orientación profesional de terapeutas y educadores cuando nuestro temperamento y el de nuestros niños entran en conflicto, interfiriendo con la crianza y el desarrollo de nuestra relación con ellos.



Como dijo hace siglos un sabio filósofo griego, “conócete a ti mismo.” Y observemos y escuchemos atentamente a cada uno de nuestros niños para conocerlos y entenderlos a ellos. Respetemos y hagamos respetar la personalidad de cada cual, y así fomentaremos crecimiento y desenvolvimiento de todos nuestros niños.
Marisol Muñoz-Kiehne, Ph.D.


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